Planeta Ciudad

Por: Enric DeSombra.

 

Quiero escribir el calor del asfalto

bajo el sol de verano y el polvo

de las estaciones subterráneas y el olor a orín

y el estruendo enloquecedor del tráfico

que insonoriza las almas y termina

pareciéndose al silencio, pero un silencio de metal

 

Quiero escribir el chirriar del tren

por la mañana, que corta como el cuchillo

y te parte en dos, una parte aquí

y la otra dios sabe, y dios se jubiló

hace tiempo y nunca toma el tren

y dejó un montón de papeleo por resolver

 

Quiero sacarle todo el jugo al cemento

y también al plomo que respiramos

que de algún modo nos hermana a todos

blancos negros moros sudamericanos

La misma sangre, sangre de plomo

La misma raza de seres mutantes

 

Quiero escribir los edificios que se hunden

y la desazón que deja su ausencia

Ese agujero en el decorado urbano

que nos recuerda el vacío, la nada, la muerte

y las vidas que habitaron ese ahora vacío

y allí amaron o sufrieron o nacieron o murieron

 

Quiero escribir los no-lugares donde nadie vive

aunque todos, en algún momento, vivimos en ellos

una eternidad de diez minutos, una vida otra

otra vida nuestra, parte de la misma

y por aquí debe haber alguna salida

pero llega el ascensor y lo dejamos para otro día

 

Quiero escribir la soledad que el viento trae

desde las afueras, por las avenidas

entre el gentío que cruza la calzada

otro no-lugar después de todo, igual que la acera

y las plazas y las ramblas, y el Corte Inglés

y el Fnac, y mientras tanto

 

allí en las afueras, solitarios bloques

como implantes de hormigón en los campos

Ciclópeas colmenas grises y verdes

Gigantescos dólmenes que se dirían

erigidos a un extraño dios, apéndices

desgajados del suntuoso monstruo urbano

 

sitiados por la nada que espera alrededor

La eterna impenetrable naturaleza

que aún doblegada seguimos temiendo

pues nos recuerda que hemos de morir

y levantamos rascacielos para distraernos

¿alguien sabe para qué otra cosa sirven?

 

que crecen inexorables como hongos atómicos

proyectando su sombra sobre los barrios sentenciados

Símbolos fálicos del poder económico

y si sabes de algún sitio adonde ir sin pagar, nena

dímelo ya porque estoy cansado

de mirar cómo despegan los aviones

 

Paseemos por el centro, entre el ruido omnipresente

omnipotente, omniscente, Supremo Ruido

del tráfico, las obras y altavoces

que aúllan desde los coches y las tiendas de ropa

y la fanfarria de los teléfonos móviles

y los televisores a través de las ventanas

 

Todo es atravesado por el Ruido

Todo es inundado por el Ruido

Es la energía que nos impulsa

Es la única verdad de nuestras vidas

Somos un todo, un todo de Ruido

Una vez fue la Luz, ahora es el Ruido

 

Libertad de expresión obligatoria

Censura a la inversa: habla o serás condenado

al ostracismo, la no-existencia, el cero

(no olvides comentar los últimos chismes

del Corazón: no hay libertad fuera de ellos

No hay vida fuera de ellos)

 

Sólo existimos si hacemos Ruido

Amarás el Ruido por encima de todas las cosas

El silencio es la perdición del alma

y el bullicio de la civilización moderna

es la oración que rezamos todos los días

y que trae la paz a nuestras almas extraviadas

 

para olvidar las penas de cada día

y las dudas de cada día

y los miedos de cada día

y el estrés de cada día

y la grisura de cada día

y la noche de cada día

 

y la cabeza en mil sitios y mil sitios

en cada calle, y como dijo un amigo

en cada esquina hay una cicatriz

y acaso existen portales en el aire

donde puede uno esconderse de los tiempos

pero nadie los conoce más que los mendigos

 

y mil encuentros de ausencias y perdiciones

y conocidos que nunca se conocen

y quizá, sólo quizá, de vez en cuando

alguien que sabes quién es y dónde está

aunque no tengas ninguna certeza

de quién será y dónde estará mañana

 

y recuerdos como ríos de lava

que te atrapan por los pasillos de los transbordos

o entre las estanterías del supermercado

o como una fina llovizna al volver del trabajo

por la noche, y siempre me pilla sin paraguas

y pon la tele ya antes de que me dé un ataque

 

y leyendas urbanas que ocurrieron sin ser ciertas

porque todo puede ocurrir en la ciudad

cualquier cosa que pienses o sientas o sueñes

todo debe ocurrir en la ciudad, ¿o porqué crees

sino, que la hemos inventado?: para realizar

nuestros más absurdos deseos

 

aunque nos destruyan, y ser otros

Criaturas sintéticas de plasma y silicio

y partir peras con la Tierra, y volar

sin levantarnos de la acera, y visitar otros mundos

Miles de ellos en cada estación de metro

de este territorio de sueño y pesadilla

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