#gravedad | poesía | Esther Garboni
Describes la vida de izquierda a derecha con un trazo firme, negro sobre blanco, en lento pespunte, carretera recta, siempre hacia delante... Crees ver el fin. Inventas la muerte. Es eso, la inventas, porque necesitas un fundido en negro y algún mandamiento que te dé sentido para hacer camino a pasos contados. Impostor, lo sabes: no basta el lenguaje. Mamaste la lengua que te secuestró y aprendiste adverbios de falsas certezas. Nunca solo afirma que el ahora es siempre. Te dieron el tiempo con vértices claros, morfemas del verbo como altos muros que impedían sintieras otra gravedad que la de tu cuerpo buscándose en otros. Pero tú presientes: nada está reposo... Ves la geometría en versos de espuma que las olas salvan de naufragios. Sabes que cada metáfora es una ecuación. Puede que la ciencia busque en la poesía a la disidente que escapó a los cálculos. Intuye el poeta dimensiones nuevas y formula enigmas de papiroflexia. Y al mirar al cielo, al ver el ocaso, también el poeta sospecha que el sol hace ocho minutos que emitió este rayo que ahora se extingue, dejándote mudo... Dejándote ciego y gritándote luz.

Esther Garboni (Sevilla)
Poeta, dramaturga y profesora. Aprende más que enseña en un instituto de secundaria y, mientras en su patio madura el limonero, se entretiene dibujando con palabras y buscando belleza en la luz. Entusiasta intermitente, ansiosa aprendiz y curiosa incansable, lee hasta las etiquetas del champú y escribe sin descanso. Es autora de los poemarios Las estaciones perdidas, Tarjeta de embarque, Sala de espera y A mano alzada, tiene ineditos albumes ilustrados, piezas de teatro, guiones de cine y una novela. Detesta la moda, se aburre comprando, prefiere escuchar a hablar y juega a predecir el futuro en los posos del ColaCao. Acabará siendo directora de cine.