#entropía | metaficción | Luis R. Plaza
Elixir de Negentropía1
= Al. Elixir der Negentropie — Fr. Elixir de néguentropie
— Ing. Elixir of negentropy — It. Elisir di negentropia
Preferiría no ponerlo por escrito.
Empezaré con la gazmoñería que me caracteriza afirmando que, pese a la degradación de mi tejido celular, el inicio de la osteopenia y la posibilidad de la hematuria,2 ya no me considero un proceso-sujeto (o un sujeto-proceso) en degeneración sistémica o en acusado desbarajuste. Tal hallazgo no me sobrevino de manera banal o fortuita, sino que fue el fruto de un instante de máxima trascendencia e iluminación, pues padecía yo una de esas fuertes depresiones pos-zapòi,3 ya saben: uno de esos íntimos y conmovedores estados en que uno se encuentra en un deplorable delirio pseudoalucinatorio. Tal trastornada lucidez (tras el dipsomaníaco trasnoche) implicó la insondable intelección de la cultura-de-muerte frente a la cultura-de-vida: auténtica tragedia social.
Ruego no me juzguen ustedes antes de hora; permanezcan bien atentos y adviertan la doble mordiente de mi ufano y deplorable estado, con sus punzadas en la mollera, retorcijones intestinales, total inepcia para los movimientos más prosaicos… aderezado todo ello con un ineluctable mantra superyoico carente de cualquier voluntad de confraternizar o establecer el mínimo entente necesario para la supervivencia. Sin embargo, pese a tales circunstancias, pareció emerger un atisbo de esperanza: acabarse sí, pero no como un vulgar desecho celular sino como difunto ser-para-la-muerte-negentrópico-homo-felix.4
La suerte está echada y por supuesto no soy una excepción, no obstante, permítanme, al menos, considerarme una rareza contrita. Dionisio, el sibilino, comparece a sus anchas triunfando sobre Apolo, el taciturno, quien parece andar ciertamente distraído. Pesar de los pesares, el predilecto vástago de Zeus (predilecto de predilectos) es ultrajado por el discurso mass media de forma análoga al cadáver de Mussolini, a saber, devorado por insectos fruto de su propia putrefacción: ¡qué festinación contemporánea por los procesos primarios!,5 ¡qué tremenda desgana por los procesos secundarios!6 ¿Placer aplazado al servicio de la cultura? ¡Vetusta creencia! Luces de neón en la multinacional de ropa fabricada en Indochina, elección entre 32 categorías de género, cálculo del consumo de calorías, heroicidades elegíacas en la zona de saldos y taras del supermercado, amor en forma de Tinder: ya te llamo yo. Asúmanlo, cualquier muestra de felicidad es tan solo una mera ilusión, curva de deseo que acabará en una auténtica catástrofe: representación líquida de júbilo, farsa, simulacro (escojan su opción dependiendo del autor/es que hayan sido capaces de leer en diagonal),7 compleción totalmente ficticia e inalcanzable. A «l’object petit a»8 le damos las gracias a Lacan y a la iglesia ocultista psicoanalítica, amén.
El éxito de su proyección fantasmática (de la felicidad estábamos hablando) dependerá de la envidia que usted presienta poder suscitar en un tercero, existente o inexistente, lo mismo da, así como del bajo cociente intelectual con que la naturaleza decidiera agraciarle generosamente; o en su defecto, el grado de estupidez con que pudiera usted llegar a simular, inicialmente para regocijo del Otro, pero en especial para usted que es el idiota en cuestión y resulta evocado irremediablemente a esa representación trágico-cómica que llamamos vida. Ya nos advertía Jarosinski (vía twitter): #Hermenótica: Contar un cuento lleno de ruido y furia: Lo hace cualquier idiota. Que no signifique nada: Es más difícil de lo que parece. Quizás ha llegado el momento de parafrasear al siempre alegre y jovial Nietzsche: quizás somos posmodernos, demasiado posmodernos.
De esta manera podría concluir aquí este relato y renunciar a mi castración simbólica, disolverme como sujeto, deconstruirme, hormonarme como si no existiera un mañana: ser un héroe posmoderno. O, en su defecto, aceptar la castración química, que llegados a este punto –y en este ambiente de violenta crispación contra el patriarcado– podríamos considerarlo, sin lugar a dudas, como preferible.
No obstante, en un futuro cercano vaticino que mis receptores glutaminérgicos ansiarán su néctar de Dioses, que suele responder al nombre de Dry Martini. Vislumbro mis denostados surtidores de dopamina estabilizándose tras la correcta administración del mejunje, siempre a intervalos regulares de no más de 30 minutos. ¡Oh manzana de Tántalo! empiezo a degustar su astringencia helada, siento la circulación necesaria de los neurotransmisores (NT) deslizándose felizmente por el espacio sináptico ayudándome a subsistir en este trampantojo al que llamamos vida. Me conmueve la vitalidad que me proporciona, bienvenidas sean las placenteras e insustanciales conversaciones con el barman, mis completas alabanzas al dj de turno, ¡andares desaforados llenos de esperanza! ¡Cómo amo esta puta vida!
Tremenda aporía:
Au lecteur, -hypocrite lecteur,-mon semblable, -mon frère! 9
1 Resistencia y/o militancia improductiva frente a la sociedad entrópica hiperhedonista.
2 Astrud, «Los otakus». Austrohúngaro, 2007.
3 Según Carrère: «Un Zapói es pasar varios días borracho, vagar de un lado a otro, subir a trenes sin saber a dónde van, confiar tus secretos más íntimos a cualquier desconocido, y olvidar después todo lo que has dicho o hecho, una especie de viaje.» Limónov, Anagrama, 2014.
4 Guiones entre palabras: Técnica de engrosamiento yoico que atesora el vano objeto de que los vocablos escritos parezcan más hondos y trascendentales al hipotético lector de Tusitala que, obviamente, suele contarse en la mente del escribiente -y en la cabeza de la editora del susodicho panfleto- por centenares de miles.
5 Término freudiano que implica la satisfacción inmediata.
6 Término freudiano que implica satisfacción postergada, capacidad humana (presupuesta y discutible) de no comportarse como un simio.
7 Expresión posmoderna inspirada en una técnica de lectura rápida popularizada por Kennedy. En la actualidad, implica la simulación de la lectura de un texto con la finalidad de aparentar brillantez y conseguir cierto éxito social y notoriedad como hombre/mujer ilustrado/a.
8 Resto que queda del sujeto ($) después de la escisión producto de su observación corpórea completa, por vez primera, al reflejarse en un espejo. El “objeto a” se perpetuará como inalcanzable hasta la trágica muerte del sujeto presuntamente pensante.
9 Charles Baudelaire, Les Fleurs du Mal.

Luis R. Plaza (Barcelona).
Subjetivista crítico, amante de la literatura.
En algún lugar alguien lo está buscando.