Por M.B. Robert
Al medroso, trastornado, siniestro matérico.
1.
Fallecidos y vivientes me disputan
la combustión materna, como un magma
que revuelve borrones y caligrafía
en el calor mocoso de tu débil puño.
En la fragua nueva del íntimo sortilegio
descubres los albores del moderno aspirante,
el continuador, descuidado heredero
que colorean pinceladas locas
escurridas en lonas que padecen felicidad.
22.
Has inventado nuevas palabras
y orientas los acentos a la marcha de Sloterdijk,
como si Prometeo no os hubiera susurrado
el inconveniente de la deidad sobrevenida.
Soy un zurcido que has deshilachado,
un infinito heredado, trenzado
de posibilidades escondidas.
Una ineludible presencia
descrita en los ancianos silencios.
333.
Que el humo no te apremie,
en cada bocanada resopla
un laberinto aspirado
-fianza de la corporeidad arrendada.
Pretendo amparo en la humanidad
de tus pequeñas manos:
tradúceme despacio, no apresures el pulso.
Soy papel prendido, el viaje de Eneas
escrito en luces de lava, sin lenguas.
¡Traducir, traducir!
Traducir y refundar.

