Doctora: «La meva sang són diamants líquids».

Doctora: «Mi sangre son diamantes líquidos».

*Traducción del original en catalán disponible en:

Por: Efrem Gordillo Pla

La historia de la humanidad es un castillo de fuegos artificiales que se mueve en una espiral de crescendos de colores pendulares: ahora luz, ahora oscuridad, ahora luz más blanca, ahora oscuridad menos negra, ahora luz más luminosa todavía, ahora oscuridad que parece negra pero que en realidad brilla más que la oscuridad anterior, etc, etc.

El péndulo cada vez sube menos en ambas direcciones, pero digamos que cada vez hay más luz, porque la luz es una metáfora de lo bueno. Y el péndulo entero (todo el artefacto) se mueve a su vez hacia lo mejor inimaginado del más posible inconcebible. Todo avance viene de una energía que presiona hacia adelante, pero casi siempre, toda presión hecha en una dirección, recibe también una contrapartida en la dirección opuesta. Hemos de luchar para no ser enterrados por los efluvios de esta onda contraria. Y aquel es el péndulo y ésta nuestra ley metafísica. Lo que aquí nos interesa es, sobre todo, ver como este movimiento pendular de la humanidad nos acerca hacia arriba, hacia una luz eternamente triunfante de matices que son colores de aromas refinados, de caligrafía exacta y de tacto musical. Hacia un sol potente de luz cárnica psíquicamente lunar. Esta visión de esperanza pretende ser un estímulo en favor de la imprescindible lucha que hemos de librar para que este mundo esperado no se nos acabe fundiendo – o peor: cagando- en las manos, en este caso seríamos la cara menos amable del péndulo, la contrapartida, el hoyo en el asfalto.

caverna

«No deberíamos hacer caso de esta iluminada, es que no os dais cuenta de su inconfundible cara de troll?» Murmuraban entre ellos los esclavos de la caverna.

Los cavernícolas vivían encadenados por su propio miedo y sólo veían las sombras, reflejadas por la luz del fuego en una pared, de las mujeres que paseaban por allí con objetos en las manos. A partir de estas sombras, los esclavos tenían creada su propia teoría sobre el mundo, que sólo podía surgir de sus interpretaciones de las formas de las sombras, desfiguradas, evidentemente, por el efecto de la luz del fuego. Y les daba miedo salir de este círculo. La iluminada había sido una de aquellas esclavas que había pagado el precio de recorrer la ardua  y escarpada subida  del conocimiento, que era la única salida conocida de la cueva. Una vez en las puertas del mundo exterior, se da cuenta de que había vivido en un mundo imaginario, y que nada sobre lo que discutían sus compañeros estaba basado en la realidad. Al salir, primero se había cegado por la luz, pero después había disfrutado como nunca de la naturaleza, superando su mente todas las expectativas de luz epistémica que nunca hubiera podido imaginar.

-SAPERE AUDE!

Está muy bien eso de «¡atrévete a saber!» que dices en latín…. pero no te adelantes, señor Kant! Que sólo estamos en los inicios de esta historia pendular (que es un poco la de todos nosotros) i aún no hemos llegado a tu momento… Sé paciente.

El mito de la caverna de Platón es una de las primeras muestras filosóficas de la relación amorosa entre la luz y el conocimiento. Como habréis podido observar, he introducido un pequeño cambio en el género del protagonista original, que ahora se nos ha hecho mujer. Eso es sólo para llamar la atención sobre el hecho de que nuestro lenguaje frecuentemente es machista. Nada es fortuito. Cuando se habla de la «historia del hombre», por ejemplo, nadie se extraña cuando la forma masculina se queda con el término teóricamente neutro, coinciden. En estos casos es mejor utilizar siempre los auténticamente neutros como «humanidad» o «proletariado». Y si no es posible siempre se puede pasar al plan B: copular. Copulando se resuelven muchos problemas! – Así c0mo, igualmente, se generan otros- En una frase inicial que comienza diciendo, por ejemplo «queridos amigos» podemos añadir «y amigas» o mejor «estimadas amigas y amigos» que pone el dedo en la llaga cambiando el orden tradicional o incluso «queridas amigas» que directamente da la vuelta a la situación convirtiéndose en elemento provocador del pensar. Es una solución provisional: copulando está el inconveniente de que perdemos economía en el lenguaje. Así, nos encontramos con un nuevo obstáculo en las ruedas que algún día se deberá solucionar definitivamente. Pero la raíz del problema es todo el universo simbólico que se esconde tras las palabras. El ser humano es un ser esencialmente lingüístico, nos podemos comunicar más cosas que cualquier otra especie, pero no habrá justicia hasta que nos saquemos el falo de la boca y nuestra lengua deje por fin de reproducir una realidad patriarcal.

túnel

El poder es la capacidad que un conjunto de células tiene para dominar, y no desvelamos ningún misterio si recordamos que el hombre ha utilizado su poder muscular ligeramente superior para dominar históricamente a la mujer. Todo esto se ve mejor con ejemplos, en el caso paradigmático de la lengua castellana, cuando una cosa resulta insoportable se dice que es «un coñazo» pero en cambio si es buena se dice que es «la polla». Y mientras «la polla» se considere  así de buena, así costará sacarla de la boca. El lenguaje es la cerilla con la que encendemos la vela del conocimiento, y el fuego de esta vela también parpadea, claros y oscuros: una sola palabra, dicha en un momento determinado, puede hacer enfermar a una persona. Pero también curarla! La lengua nos lame el cerebro aliviándolo. Cuidémosla, respetémosla y desarrollémosla. Chicas y chicos (copulad!) el cambio está en vuestras lenguas, usadlas con talento y generosidad, sólo así la semilla de la justicia (que es la gestión distributiva esencial del placer civilizado) regará algún día vuestros rostros sonrientes. Platón da el paso del mito al logos, de la creencia a la verdad, de los sentidos que nos engañan a la implacable razón intelectiva. Así, los sentidos confunden porque sólo pueden captar las apariencias de las ideas. Bajo la oscuridad de la noche, el cielo está lleno de estrellas centelleantes, a través de esta visión podemos acercarnos a la realidad del mundo perfecto de las ideas y de las almas acabadas (las almas inacabadas estamos en la tierra). El hombre se encuentra entre el animal y la divinidad, y su luz es el amor, porque sólo a través del amor podemos acercarnos a las ideas. El amor lo es hacia lo bello, y sólo la idea es puramente bella, por tanto el amor es un delirio intelectual que nos acerca hacia lo verdadero. Los sentidos la reciben pero es la mente la que capta. A partir de aquí Platón llega a la conclusión de que el amor no puede ser ni plenamente humano ni plenamente divino, porque está a caballo entre los dos mundos y por lo tanto ha de ser, forzosamente, un mensajero: un «daimon». (De «daimon» viene «demonio y el diablo». Las estrellas son como faros en la oscuridad, las ideas nos señalan el camino, su sendero de amor que es el de la perfección y del placer más potente: el espiritual. Las ideas son universales. Platón es esta época de luz.

«Los caminos del señor son inescrutables» – Isaías 55. El péndulo de la luz platónica va cambiando de dirección hasta llegar a la mal llamada «edad oscura», a la época medieval, caracterizada por la desorientación de Europa sin el Imperio Romano y por la omnipotencia, creciente en todas partes, de la Iglesia Católica. La misma luz del amor platónico se vuelve oscura en las hogueras, alimentadas con los gritos agónicos de las brujas, que daban respuesta a la obtusidad esencial del neoplatonismo imperante. Neoplatonismo que hace virar el discurso erótico original hacia el Dios de los monopolizadores de la cultura. Los eclesiásticos neoplatónicos no entendieron la ironía de Platón cuando  en La República decía que el Estado Ideal debe ahuyentar a los poetas (portadores de Eros). Y de aquí que vieran en las auténticas diotimas, en las auténticas mujeres de la magia y la sabiduría, en las verdaderas sacerdotisas del amor que  llevan a Dios… Sólo brujas: «demonios» (daimons mensajeras) que habían de quemar en la hoguera. Todo lo que se escapaba de una interpretación literal les daba miedo, aquellos hombres no sabían leer entre líneas, no captaban ironías, tenían la mente cerrada y a cal y canto, querían tener un control total de la situación porque tenían un pánico absoluto a ser engañados. Los ungüentos estramónicos con los que las brujas volaban (después de untarlo en la escoba y con ésta la vagina), estas drogas eran la puerta a los caminos inescrutables de Dios que esos gazmoños del mundo terrenal de Platón no podían atravesar. Lo peor es que ellos se instituyeron como autoridades en platonismo, y hasta hace pocos años no se había comenzado a poner en duda lo que aquellos calvos majaderos porfiados impusieron. Fijaros, también, en como una «bruja» tiene connotación negativa y en cambio «brujo» da, más bien, un aire de taumaturgo. En las Islas Baleares, en cambio, se utiliza «bruixa» (bruja) como un sobrenombre afectuoso y positivo: todavía hay esperanza. Por otro lado, pensadores como Ramon Sibiuda, que estableciendo un puente de diálogo entre la especulación medieval y las nuevas tendencias espirituales centradas en el deseo del hombre de conocerse a sí mismo, incitan el nuevo camino que podemos bautizar como el oscuro camino de la sangre-cuerpo-sentidos y que es contrario a la luz del universal-alma- éter. Inspirador  de la obra subjectivista de Montaigne – a la que el francés dedicó el más largo y encomiable de sus ensayos- Sibiuda se puede considerar como el padre del antropocentrismo moderno. El retorno del reino de la oscuridad que Platón ahuyentó de su República de idealismo luminoso y que tenía su máxima guinda en la inscripción del pastel del sofista Protágoras cuando dice que «el hombre es la medida de todas las cosas». No olvidemos que Sibiuda era seguidor de la filosofía de Ramon Llull, alquimista convencido del poder del hombre para convertir la materia vil en oro y en su necesidad de una conquista pacífica, esencialmente espiritual. Hombre cuya consagración fue una obra -de «Ars Magna»- que aspiraba a fundirlo todo en un solo cuerpo. Ningún platonismo se escapó de este auténtico asesino en serie de dualismos que fue Llull. Su «Gran Arte» era un sistema que integraba en un todo coherente la religión, la filosofía, la ciencia, la moral y el orden social, a partir de un sistema de verificaciones mecánicas comprensibles y transmisibles. Llull encaminó el sistema a la conversión cristiana, pero con Sibiuda y esta mágica oscuridad sanguínea suya, el individuo salta al ring y echa, de una perfecta patada en el culo, a todos los Universales y con ellos a su comandante general, que es ni más ni menos que el Dios-Razón-Universal-Ideal Platónico. Noche de sangre aquelárrica que oscurece los diamantes platónicos.

Pero bien pronto llegó Kant, que era un alumno tan, tan aplicado, que venía dispuesto a saltarse la norma y hacer la croqueta a este antropocentrismo. Tan o más racionalista que Descartes (el cual, dicho sea de paso, no pudo escribir una moral antropocentrica – cogito ergo sum- porqué seguramente un cura francés lo envenenó) Kant puso el acento nuevamente en la racionalidad universalizadora. Aquí la fuerza de fricción es la energía epistémica ganada en cada lado pendular, que ejerce su influencia y no permite a la contraria que suba tanto; contrarrestan mutuamente el radicalismo. Podemos imaginar que el cero será un magma palpitante en el cual la humanidad se habrá convertido en una consciencia perfectamente arco-irisada de placer continuo. Pero mientras eso llega, seguimos con nuestro recorrido. En medio de los cadáveres de la oscuridad, alguien enciende la linterna y descubre el parque temático del siglo de las luces: la Ilustración. XVII. Tras la estela de Voltaire, la razón reina como nunca y la ética de los universales vuela a diez mil pies de la humanidad. Kant al megáfono: «actúa de tal manera que puedas querer que la máxima que guía tu acción sea un principio universal dentro del mundo de los fines». Uff! Qué cosa tan complicada, tan anticorporal, tan represiva.  Pero el caso es que con el igualitarismo ideal kantiano llega una cosa enorme: el concepto de dignidad! A partir de ahora nunca más podremos considerar al hombre como un medio. El hombre siempre es un fin en sí mismo y por lo tanto no lo podemos utilizar como si fuera un medio para conseguir algo. Vivimos en el reino de las almas, de las cosas acabadas, si se nos permitiera dar crédito a los sentidos, casi podíamos sentir el inefable olor de celeste que se intuye bajo las depiladísimas axilas de Kant, que higieniza la casa con salfumant. Y a partir de ahora las mujeres son eternas a causa de nuestra alma portadora de finalidad (dignidad). Como en Platón, el alma es la reina del baile en el palacio de las ideas, más allá del cielo. Metafísica pura. Construyendo un sistema con tantos focos, ideas y luces, Immanuel convierte el «cuarto oscuro» de la edad media en una discoteca desodorizada. Nos lleva a superar la etapa anal incluso antes de ser inventada por Freud. Además de las complicadísimas críticas (de la razón pura, práctica y de juicio) que hace , Kant tiene un par de textos relativamente sencillos donde, en su infinita condescendencia, demuestra saber escribir también para los mortales. Uno es la Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, donde resume su ética, y el otro es un texto de menos de diez páginas titulado «¿Qué es la Ilustración?» donde nos chincha por permanecer en la minoría de edad mental autoculpable y nos emplaza a utilizar la razón para ser independientes.

iluminación

He aquí un zumo concentrado (por mí) de estos diamantes:

«La Ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otros. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia si no de decisión y valor a la vez  de servirse por uno mismo de ella sin la tutela de otros. ¡Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón! He aquí el lema de la Ilustración. La pereza y la cobardía son las causas de que una parte tan grande de los hombres continúe cómodamente en su estado de pupilo. Es tan cómodo no estar emancipado! Tengo a mi disposición un libro que me cede su inteligencia, un capellán de almas que me ofrece su consciencia, un médico que me prescribe las dietas, etc, etc. Así que no hace falta que me moleste. Si puedo pagar no necesito pensar: ya habrá otros que se ocupen, en mi nombre, de una tarea tan aburrida. Así, es difícil para cada hombre en particular conseguir salir de esta incapacidad, convertida en una segunda naturaleza. Y se siente realmente incapaz de servirse de su propia razón, porque nunca se le ha permitido aventurarse. A través de una revolución se conseguirá derrocar el despotismo personal y acabar con la opresión económica o política, pero nunca se conseguirá la verdadera reforma de la manera de pensar; si no que, nuevos prejuicios, en lugar de los antiguos, servirán de riendas para conducir al gran tropel. Para esta Ilustración sólo hace falta una cosa: libertad. Libertad de hacer uso público de nuestra razón íntegramente. Porque pasa que cuando la naturaleza ha conseguido desarrollar la inclinación y oficio del libre pensar del hombre, el hecho repercute poco a poco en el sentir del pueblo (así éste se va haciendo cada vez más capaz de la libertad de hacer). Y eso incluso en los principios del Gobierno, que ya encontrará compatible dar al hombre, que es algo más que una máquina, un trato digno de él.»

Del siglo de las luces de la razón pasamos al de la más grande oscuridad, porque la ética racional convertida en dogma es tan desagradable para el cuerpo que éste no la puede soportar y cae en el estrés, la psicosis, la depresión, el suicidio (real o simbólico) o en cualquier otro estado morboso de la biomente. Cuando calentamos el vapor, éste hace presión pero si no encuentra salida, la presión aumenta y tarde o temprano abrirá un nuevo camino, posiblemente en forma de explosión. En este contexto nacerá el romanticismo. Oleada de frescor refrescante sobre aquel medio día de sol desértico que flotaba sobre la humanidad. El péndulo cada vez va más rápido y se nos acaban el tiempo y las líneas, así que pondremos dos nombres sobre la mesa: Kierkegaard y Nietzsche. Sin conocerse mutuamente tuvieron la misma reacción a la vez. Con un discurso totalmente opuesto reivindicaron la misma salida desesperada del vapor diamantino. Los diamantes platónicos se habían vaporizado kantianamente y presionaban con su radicalidad de nobleza de comportamiento, comparable sólo a la de los Samurais japoneses. Ahora los románticos, cegados por la luz, cerrarán los ojos y se lanzarán a la aventura de la voluntad y la fe. Dionisio y Abraham cogidos de la mano, el Super-hombre Anticristiano y el Caballero de la Fe, la Trinidad de la Sangre, los tres estados (Camello-león-niño /Estética -Ética- Fe). Poesía pura, locura, crimen, delirio, vitalidad, sentimiento, crueldad, desesperación. Ir Plus Ultra de la humanidad a la superación de los límites. Es la hora de el individuo angelicalmente caído, el mundo que hemos creado con nuestro rígido código moral se nos cae encima y sólo hay salvación en el propio pecho bicéfalo. El conocimiento es subjetivo, emotivo, biológico, carnal, real, instintivo, literario. La presa diamantina que monopolizaba la luz hace aguas y el océano de sangre de la locura más profunda de la humanidad la fagocita. Hölderlin. Novalis. Goethe. Artaud. Maldoror. Sade. Baudelaire. Bataille. Pero ninguno como Kierkegaard, superación del romanticismo y padre del existencialismo ultralíquido que sigue punto por punto la máxima de San Pablo: «Todo lo que no provenga de la fe es pecado». Sólo a través de la desesperación y la fe ciega en lo imposible, el hombre alcanza el milagro, que es irracional y por tanto incomprensible desde la lógica e incompatible con cualquier ética que se base en la lógica. Donde la razón canta «eso es imposible», la ética hace el coro: «no has de hacerlo». Pero Dios responde con un trueno de sublime estrépito al abecedario de preguntas humanas. Nietzsche, por su parte, significará la superación de todas las luminosidades racionales para la gloria de un ditirambia forjada a golpes de martillo y voluntad, deseo de superarlo todo, de liberarse de todo, de una fe tan fanática en el individuo que éste conseguirá autodefinirse mediante la expresión de sus necesidades (mentales y animales) armonizadas según la naturaleza.

Esta retórica podría parecer muy radical, pero tanto Kierkegaard como Nietzsche son conscientes de que el hombre es un animal lingüístico y que está inseparablemente unido a la razón. En el fondo no se ven capaces de negarla, intentan, sólo, que no haga mal: devolver al cuerpo su juego de árbitro y capital. Porque se han dado cuenta de los efectos de la mecanización, tratan de no caer en el hombre obrero alienado de Marx. El mundo no es una fábrica, la norma no es el principio de acción, es solamente un canal para una eventual superproducción de acciones libres. La razón es sólo la vía, la dirección sigue siendo la que guía la naturaleza.

En un momento nos hemos plantado en el siglo XX. Positivismo. La ciencia es la señora del conocimiento. El péndulo de sangre diamantina todavía se mueve, hay un último intento de fijar la realidad a la norma, al marco de nuestra guía de comprensión. Después del desbarajuste poético y literario, alguien ha de volver a decir que es gracias a la razón, concretamente a la técnica (que es una manifestación fruto de la ciencia), que el hombre se levanta y camina y vuela de verdad, con aviones, helicópteros y naves espaciales. La ingeniería, basada en la física, basada en la matemática, basada en la lógica, basada en la razón… Es quien manda ahora. Pero en aplicar la ingeniería a la humanidad nos encontramos que «gestionar personas» sigue siendo un concepto fluorescentemente estridente, infumable. Nosotros no encajamos como encajan los peces, somos fluidos, cambiantes, nuestros patrones naturales y de conducta no son, a priori, descifrables para la ciencia ingeniotécnica. Los fracasos de ingeniería social lo hacen patente: Nazis y comunistas fracasan en sus ideales eugenésicos.  Así que -péndulo va- volvamos a la oscuridad que es la luz biológica. Freud. desde la metodología científica se descubre el irracional inconsciente. Los surrealistas intentan sacar todo este conjunto de expresión inconsciente a través del arte. El péndulo cada vez va más rápido, todo está más a la mano, más impregnado de contrarios fagocitados y armonizados. La superabundancia de finales del s. XX nos da más confianza en la ciencia y la tecnología, que siguiendo los caminos psicoanalíticos ahora sistematizados, ya empezamos a descifrar el misterio humano. Ateísmo generalizado. Explosión de todo, millones de confetis nuevos volando para la humanidad. Polvos de actividad diseminados. Aburrimiento e hiperactividad a la vez. Internet. La medicina tradicional, bajo el paraguas de la antigua metodología, fracasa. No había tenido en cuenta el espíritu, el sentido de la vida, la filosofía, la religión. Crisis mística.  El cortisol nos mata. Desorientación en medio de tantísima sobreabundancia de objetos y personas y estímulos. Depresión, suicidios. Necesitamos un paradigma holístico y volvemos con el péndulo a la sangre, buscamos a tientas las religiones orientales, homeopatía (refinamiento técnico científico y anímico necesario), cierto reencuentro con la naturaleza. El péndulo de la sociedad líquida de Baumann. Los diamantes de Platón ya no sólo son líquidos sino que conforman nuestra sangre.

Resumen:

Platón (Era Clásica) [Luz] – Era medieval [Oscuridad] – Kantismo Ilustrado [L] – Romanticismo / Existencialismo / Decadentismo [O] Positivismo científico, yuppies [L] – Freudismo surrealista, hippies [O] – Estallido científicomercantil. Ordenadores [L] – Crisis mística (y escapada al oriente) [F] – ¿…? –> HOLISMO, INTEGRACIÓN Y CAMBIO DE PARADIGMA.

 Esta evolución hace pensar que nos encontramos en el umbral de un acercamiento sin precedentes, si no es que, como bien podría ser, ya estamos con un pié dentro de pleno. A partir de ahora cambiamos la dimensión. Resulta que el péndulo se para pero su punto de soporte se mueve hacia arriba. No somos ni luz ni oscuridad, somos una sombra de la potencia desconocida hacia donde comenzamos a ir, sin duda radicalmente diferente a lo que ha habido hasta ahora. A partir de este siglo necesitaremos otra escala de particularidad subatómica para analizar lo que viene. Del macro, vamos al micro. Hemos llegado a la parada final y con nuestro péndulo ya no tenemos más recorrido. Nos queda la atención de los ojos bien abiertos y toda la fuerza inadjetivable de lo que hemos ganado. Platón da un «like» a su muro de Facebook. Ya sale el sol – vida mía!

Destrucción inminente. Pip, pip, piipp…BOOM!

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