“Circulación, agitación o tráfico de muchas personas en un lugar”. Ah, surgen aquí otros términos quizá más reveladores; me interesa especialmente la palabra “agitación”, tan gráfica y evocadora de las evoluciones de un grupo numeroso de individuos moviéndose más o menos desordenadamente en un espacio cierto, sea abierto o cerrado, cruzándose entre sí y entremezclándose bulliciosamente (“bullicio”, qué otra hermosa palabra), y acaso interaccionando por algunos instantes, o quizá por algún corto período de tiempo superior al instante, como por ejemplo cuando te vas de putas cuando una persona lleva a cabo alguna transacción en los comercios de la zona, por la que obtiene algún tipo de servicio y/o bien de consumo a cambio de una cantidad determinada de dinero. Y bien, ¿sería legítimo postular que toda esa “agitación”, todo ese “bullicio”, toda esa interacción fugaz o provisional, o quizá algo más prolongada, como cuando te enamoras de una puta y decides verla a menudo aunque signifique pagar por ello cada vez, y la puta nunca te dirige la palabra aparte de “60” y “acaba ya”, y te trata con un leve y distanciado desdén y precisamente eso es lo que tanto te atrae de ella, porque sabes que nunca podrás conseguirla para ti solo, porque en el fondo no quieres otra cosa que vivir siempre en ese estado de perpetua inconsecuencia y transitoriedad que te exime de tomar decisiones en tu vida… todo eso, decía, provoca un cambio en la esencia del ser? …
por: Enric deSombra
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