Editorial Número 1 – MOVIMIENTO

Portada:

Colección de paseos en tres movimientos.

olas

I. inertia

Andar, caminar.

Recoger lentamente la pierna, doblar la rodilla, echar el pie hacia adelante. Avanzar. ¿Avanzamos o el mundo se queda atrás? El cuerpo erguido apoya su peso en el pie que toca brevemente el suelo, el sutil equilibrio del ahora; apenas un instante en suspensión: a ratos flotamos. Repetir la acción: un suave desplazar del peso del cuerpo hacia la otra pierna, el milagro se produce: nos movemos.

Todo comienza con una tensión, la reacción del músculo y del nervio. Lo que vibra genera un cambio de postura, el impulso nos lleva del reposo a la acción, de la imagen fija a la escena animada. Una imagen nítida, fracción de tiempo que se transforma en repetición: rítmica secuencia para el que observa, diferencia apenas perceptible, ilusión perpetua. La mirada del otro es la cámara que registra: testigo mordaz que confirma el paso del tiempo. Un paso, otro paso, uno más: la irrepetible intersección del pie contra el suelo, del cuerpo con el espacio. ¿Avanzamos o la vida va en retroceso?

Avanzamos. Somos la rebelión de lo estático.

II. quod

El acto de ir, de transitar. El impulso de explorar. El camino se bifurca y cambia, la línea se multiplica. No hay trayectoria lineal. Nos movemos a razón de algo, seguimos una dirección y no otra. La preferencia se impone: se manifiesta la habilidad de elegir. ¿Vamos nosotros o algo nos atrae? La planta del pie se despega de la superficie y abandona la línea recta: vence temblorosa al golpe de la inercia. Huimos de la rutina pero movernos nos hace vulnerables: eres objeto frágil que se extravía con facilidad, te pierdes en la contemplación. ¿A dónde se va el tiempo que perdemos? Te quedas inmóvil, a veces tropiezas, la gravedad exige su pago y el cuerpo experimenta esfuerzo. La periódica disciplina de la pausa, el descanso del que respira. Abstracción mental que te despista, final quimérico al que nunca se llega.

III. actionem esse reactionem.

Crear, generar. El origen como punto de partida, las posibles variaciones del paseo, el proceso de transformación. Sufrimos cambios. Todo movimiento implica una agresión: El que camina transforma su entorno y el paisaje muta y se renueva, se establece una relación del caminante con el camino: su presencia lo altera. Al deambular construimos un mundo, la mirada guarda el recuerdo: prueba irrefutable de que se hizo la excursión y de que se gozó del viaje. Al movernos creamos, aún a riesgo de abrigar la posesión imaginaria de un pasado irreal: perpetua obsesión de recobrar lo perdido. Un mundo perfecto jamás cambiaría, pero estaría muerto. La vida en movimiento está llena de caos; lleno de cambio, el mundo real está vivo.

por: Fabiola Eme

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